EspecialesMes de las Madres 2023

Cuando soltar se vuelve imprescindible en la maternidad

Maryorin Méndez, Periodista y Documentalista.

IG: @maryorin_m

TW:@maryorinmendez

Mi mamá tiene artritis reumatoide severa. La enfermedad se instaló en casa meses después que mi hermano menor se fuera de Venezuela.

Él tomó la ruta de los caminantes. Partió rumbo a Chile en 2018 cuando el país se desangraba por las fronteras. Se fue junto a otros jóvenes que no vieron un futuro en su propio patio.

Aquello fue dramático. Mi mamá lo despidió como esperando que se arrepintiera. La ahogaba la inseguridad de un reencuentro próximo; se desdibujaba la foto de “toditosjuntos” en Navidad. Uno de nosotros faltaba en la mesa, el benjamín se había ido quién sabe a dónde, a trabajarle a no sé quién.

En las videollamadas encontraban desahogar las añoranzas, la fe y amor mutuo. Él trabajando honradamente y ella luchando por entender lo que pasaba a su cuerpo. Una mujer activa y joven de repente comenzó a cambiar. Las manos que se encargaron de despercudir medias, de hervir guarapos para la tos, de lanzar chanclas para calmar alborotos, esas manos que sacaron piojos, que restregaron rodillitas curtidas, que abrazaron deditos para enseñar a agarrar un lápiz, que cocinaron sopas “levantamuertos”… esas manos están hoy débiles y entumecidas. Tienen forma de garra; como si no quisieran soltar; como si se aferraran a algo.

Es una enfermedad autoinmune sin explicación de origen. No te da chance a nada sino a aceptarla. A bajar el ritmo, a detenerte y a contemplarla.

Después de mucho deterioro físico y tratamientos fracasados comencé a hablar con mi mamá de la relación que podía tener la enfermedad con la pérdida. Tardó en aceptar que la despedida le produjo un quiebre tal, que su cuerpo pasó factura a todas las emociones contenidas.

Mientras camina la ruta de la medicina convencional, hacemos catarsis sobre los cambios que nos lanza esta maestra vida, reflexionamos en las cosas que ya no podemos controlar, en el desapego y en la aceptación.

Hoy ella mejora. Habla de mi hermano con mucho orgullo porque el destierro nos ha enseñado más sobre el valor de la familia, el maravilloso país que tenemos, valoramos más nuestras costumbres, soñamos con un día apapacharnos, y comprar cepillaos en Santa Lucía.

Mi mamá ya puede entender al hijo que vive fuera; que aprende otras costumbres, que le habla de otros gustos, otras mañas, y se ríen.

Mi mamá va mejor. Va entendiendo que aceptar los cambios forman parte de las lecciones de esta vida. Que la mayoría de lo que te pasa no lo eliges, pero eliges la actitud que asumes. Que la vida te dará la lección que necesitas una y otra vez hasta que aprendes y lo transformas. Que mi hermano está bien donde está. Que soltar no solo libera al otro, sino a nosotros mismos. Mi mamá aprende cada día que la rigidez de sus manos empieza desde sus pensamientos. Que los hijos son de la vida, y que la vida trae cambios, aunque a veces no nos gusten tanto.

Equipo Editorial: Yanitzi Gómez @agendamama, Berki Altuve @termoneitos y Atahualpa Penzo @atapenzo 

Diseño y Diagramación: Eduardo González @edoyanes y María Victoria González @gonzalezmariavicky

Redes Sociales: Janeth Yanes @janeth_yanes

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