Dora Mazzone se pone en modo parrandera para celebrar las fiestas decembrinas
La actriz Dora Mazzone nos abrió su corazón navideño con mucha espontaneidad y felicidad para contagiarnos de esa buena energía que desborda en las tablas o a través de las plataformas digitales. Mostrando ese lado de emotivo que en navidad nos transforma en seres más alegres. «Luego de una buena rumba y haber despedido el año como es.»
Pues le encanta cantar, bailar gaitas, comer, beber y disfrutar cálidamente en familia de abrazos y miradas sinceras.
La exitosa actriz, afirmó que, a partir del mes de noviembre, la gente en general cambia su estado de ánimo, con un espíritu de celebración y de alegría de fin de año. Por eso recalca que es la época en que hay más alegría compartida de todo el año. «Y uno se contagia, uno sin querer termina contagiándose y esa es la razón de por qué es la época más bonita del año».
Además. contó que se recuerda perfectamente de los regalos que recibió de niña y la hicieron muy feliz en esa época. Luego ya de muchacha prepararse con una buena pinta para pasar el 31 era lo primordial. Ahora ya con el tiempo siente que lo más importante es pasarla con su esposo e hijas sin tanto protocolo. Eso sí bailando y cantando gaitas, algo que mantiene intacto en sus celebraciones navideñas.
¿Qué es lo que más disfrutas de la Navidad?
La reunión con la familia, preparar unas hallacas, hacer una cena, el abrazo sincero entre los familiares, inclusive la reunión con los amigos que se convierten en familia elegida. Yo soy muy musical y amo la música, el bailar, el cantar y, por supuesto, tener una copa en la mano como símbolo de celebración, con una bebida espirituosa, un buen vino, un buen Prosecco y, por supuesto, un buen plato con unas buenas hallacas, un buen pernil y la ensalada de gallina y todo lo que tiene que ver con lo que nos pueda unir a través de la mesa, con la bebida, con la comida, con los regalos, con la sorpresa, con la mirada sincera.
¿Te gustan las gaitas, las bailas, las cantas? ¿Tienes alguna en especial?
Todas las gaitas me gustan porque todas tienen una melodía y un ritmo que contagian. Yo apenas escucho el tamborero, ya me arranco a bailar y me llevo por delante a todos los que estén por ahí para bailar. Todas las que tengan que ver con letras de canciones venezolanas. Orinoco, río hermoso, cuando voy pa’ Maracaibo y empiezo a pasar el puente, todas, todas, aunque suenen trilladas. Hay una que me gusta mucho, ahí viene la cabra mocha de José Fina Camacho. Sobre todo, esas gaitas de antes, las gaitas tradicionales. Muy bonitas las gaitas de Guaco, muy lindas todas las gaitas más modernas, pero las gaitas tradicionales, las que escucho desde que estaba en el colegio y después en la universidad, esas son las que más disfruto. Y no solamente las gaitas, también los villancicos venezolanos.
¿Qué plato navideño es el que más repites?
Bueno, sonará trillado, pero a mí me gustan las hallacas. Pero tienen que ser unas hallacas bien hechas. Me gustan mucho las de Scannone, unas hallacas que hay que mandar a hacer con tiempo, son las más deliciosas, las más suculentas, las que tienen los sabores mejor condimentados, mezclados, fusionados en este plato maravilloso que se debería convertir en un plato universal. Las hallacas es lo que más disfruto, es lo que más como.
¿Si pudieras inventar un nuevo plato navideño, qué ingredientes utilizarías?
Bueno, los ingredientes que usa Scannone. un buen pernil, todo lo que le acompaña, las pasas y la alcaparra. Él tiene una receta única, un condimento único, una química especial tanto en la masa como en su relleno.
¿Dónde sueles pasar las fiestas navideñas?
Bueno, desde que mi hija se fue hace ocho años a España, las pasamos siempre con nuestras hijas. Mi esposo tiene sus dos hijas y yo tengo la mía en España, más la pareja de mi hija, que todas, todas, todas se convierten en hijas. Todas son hijas. Entonces, el mejor lugar en el mundo es donde está la familia, es donde están los hijos. Y para nosotros Madrid se ha convertido en la segunda ciudad más importante luego de Caracas porque allí habitan nuestros amores, nuestra familia, nuestras hijas. Y cuando no viajamos a Madrid, pues la pasamos en Caracas o buscamos una playa, pero siempre buscando estar con gente de verdad, gente auténtica, gente que uno quiere, con los afectos y de la manera más sencilla posible. Esa época en que uno derrochaba en pintas, en ropa, en zapatos, en perfume y a la una de la mañana ya estabas que no aguantabas más los zapatos ni los vestidos. Hoy en día, ya nosotros buscamos una cosa como más cálida, más el hogar, más la familia, la buena mesa, tomarnos un buen vino y disfrutar de estar con lo más importante de la vida para los seres humanos: la familia.
¿En qué lugar de Venezuela te gustaría experimentar o pasar la Navidad?
Bueno, una época en que íbamos muchísimo, cuando yo estaba con Giancarlo Simancas, el papá de mi hija, íbamos mucho a Mérida, a Apartaderos. ¡Ay, qué lugar tan mágico y tan espectacular! Bellísimo, un frío delicioso, un clima divino. Para mí era uno de los parajes más parecidos a lo que es la Navidad en Venezuela, con ese frío, con las cabañas, con el olor a leña, a eucaliptus, las comidas, el cochino, el cerdo, el lechón, las ensaladas, el escuchar a los villancicos, ir a la iglesia en Mérida, en Apartaderos. Ahora, estos últimos años ya, con mi nueva pareja, mi esposo, le ha agarrado el gusto, a pasar las Navidades en Madrid, pero también hemos tenido la oportunidad de pasar unos días en la isla de Margarita, y es otra cosa, es otra nota.
¿Consideras que el 24 y el 31 de diciembre son dos celebraciones iguales? ¿Si o no y por qué?
No, para nada. Bueno, toda mi vida, hemos nosotros estado en familia el día 2, incluso el 25. Bueno, que yo recuerde siempre el pijama en la noche del 24, y si no es en pijama es estar con ropa sencilla y tranquila. Aunque hubo una época en que uno el 24 y el 31 se compraba las pintas para una fiesta el 24 y otra el 31. Y en esa época era como medio igual, pero yo nunca lo he considerado así. Por lo menos las tradiciones italianas de mi papá y la tradición que luego se convirtió como en una especie de híbrido entre Italia, Ecuador, mi mamá y nosotros venezolanas, mi hermana y yo, mezclábamos las reuniones familiares el 24. Con gaita, perdón, con gaita no, con música navideña, con villancico, con noche de paz incluido, con poesía, con un cuatro. Cantábamos, con mi burrito sabanero, el camino de Belén. Me acuerdo clarito en el balcón de mi casa con mi primo Miguel tocando el cuatro en la cena navideña y a veces nos íbamos a las 12 de la noche a la misa de gallo. En la iglesia, en la iglesia pompada. En la iglesia italiana, que a mi papá le encantaba ir. Eso cuando estábamos en Caraca. Eso eran los 24 religiosamente: Misa, reunión familiar, cena navideña. El 31 siempre era el día del estreno de la gran pinta que uno se compraba o que había ahorrado durante toda su vida. Y entonces era una reunión en la casa con una cena con postre, con torta, con… Siempre comíamos el bacalao típico italiano o bueno, las hallacas. Esta música, nos pintamos, nos arreglábamos desde temprano, mi hermana y yo. Y después la gran fiesta donde fuera, pues en el Club ítalo venezolano, en casa de un familiar. Y ahora ya grande intentamos los 31 cenar y arreglarnos y ponernos bonitos para pachanguear, porque hay que celebrar la despedida del año viejo y recibir el año nuevo. Entonces vienen todas esas canciones del año nuevo.
Para mí un 31 de diciembre es ideal pasarlo en un gran salón donde te consigas con amigos, con una orquesta en vivo que cante puras canciones de La Billos o canciones de Los Melódicos. Y uno baile y echa un pie hasta la madrugada. Bueno, hasta la madrugada que aguante el cuerpo, porque antes yo amanecía, pero ahora ya dos, tres de la mañana a dormir. Y soy feliz. Yéndome a dormir para recibir el nuevo año en mi casa con mi esposo. Luego de una buena rumba y haber despedido el año como es.
¿Cuál es el regalo más extraño que has recibido en Navidad?
La verdad es que no recuerdo. Solo puedo contar como anécdota que hubo dos años que pasé dos rupturas sentimentales. Y la primera fue muy jovencita y de verdad que no quería saber nada. Fue muy triste esa Navidad. Me sentí sola, vacía, terrible. Y la segunda ya era una mujer más grande. Y también repetí esa misma sensación. En esas dos rupturas sentimentales que tuve, muy fuertes, una muy joven y otra ya más grande, aprendí que definitivamente uno debe enfocarse en uno mismo y darse ese regalo, quererse, valorarse y continuar. Porque la vida… Todo cambia tanto, todo puede cambiar en un minuto, en un segundo y cada día de verdad es una sorpresa. Por eso pienso que uno debe organizarse muy bien para que no te caiga tan de sorpresa las cosas que te pueden realmente cambiar la vida. Para mí eso es un aprendizaje más que un regalo en esas dos Navidades que tuve.
¿Prefieres recibir muchos regalos pequeños o un solo regalo grande?
Prefiero recibir un regalo que me sea útil, un regalo que a la larga me dé satisfacción personal y me dé felicidad. En el momento en que era una chama, una bicicleta, pues me alegró. Recuerdo mi Barbie, mi primera Barbie, que era la Barbie Bailarina. La recuerdo como si fuera ayer, con los zapaticos de bailarina, de ballet, con el tutú, la Barbie más bella que había visto en mi vida. Y recuerdo que mis padres me la compraron con mucho sacrificio. También recuerdo un castillo de Fisher Price, que era una marca americana que traía los juguetes más bellos a Venezuela, en una época dorada en Venezuela, y recuerdo el castillo que mi mamá, ¡ay! cómo pateó Sabana Grande para conseguir ese castillo de Fisher Price. Para mi hermana y para mí fue el regalo del niño Jesús, bellísimo. Pero eran cosas materiales que me ayudaron a madurar y a reconocer más tarde que los regalos espirituales son los regalos más grandes que uno puede recibir.
Si tuvieras la oportunidad de compartir el 24 o el 31 de diciembre, con una figura famosa, ya sea viva o muerta. ¿Quién sería esa persona y por qué?
En primer lugar, me gustaría que fuera un 31. Y como yo soy tan de bailar y de cantar y de, ¿por qué no? Tomarme unas bebidas espirituosas, una buena bebida espirituosa, como una buena champaña, un buen prosecco. Un 31 de diciembre me encantaría tener en mi casa a Billos Caracas Boy. A Billo Frómeta, en persona con toda su orquesta en esa época adorada en donde se bailaban y se cantaban las canciones más pegajosas y más divinas, más navideñas y sabrosas para bailar en pareja y con amigos. Y me gustaría tener a Oscar de León animando una fiesta en mi casa, y si no es Oscar de León, puede ser Olga Tañón o Marc Anthony, pero tiene que ser música de merengue y salsa para bailar hasta que el cuerpo aguante.
Sí, los renos de Santa se fueran de vacaciones y también la mula y el buey del Nacimiento, qué animales escogerías para reemplazarlos y ¿por qué?
No sé. Creo que pondría guacamayas, caballos, perros, gatos, animales que uno los reconozca más fácilmente. Las guacamayas creo que las pondría en árboles como los que tengo por mi casa, llenos de ramas, frondosos, en donde ellas se puedan colgar en sus ramas y que uno las tenga de cerca y las pueda alimentar con semillas de girasol y pasar un nacimiento totalmente diferente y muy venezolano.
¿Qué pedirás para el año 2025?
Mira, aunque suene trillado, pediría salud, abundancia. Una abundancia ganada con trabajo que me guste hacer. Estoy haciendo mi tesis sobre las redes sociales y cada vez descubro que las redes sociales son el punto de entretenimiento que está más al alcance de todas las personas. Continuar con mi equipo de trabajo, mis amigos, Daniel Espinosa, Elvis Aldana, La Cabeza, mis compañeros de producción, mis amigas, obras de teatro, más obras de teatro, musicales, como los que estoy haciendo ahorita, como Tres Reinas de Martin Hans, Scrooge de Charles Dickens, y estamos también montando Monólogos de la Vagina. Estar rodeada siempre de gente positiva, gente que me sume, no gente que me reste.
Equipo Editorial
Atahualpa Penzo
Entrevista
Eduardo González
Programación
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Edición
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Diseño
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Periodista
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