¿Y por qué no aprender jugando en la escuela?

Jesús Eduardo Villarroel

@jesuseduardoeltiempo

La mejor forma de aprender es desde un estado de relajación, diversión, tranquilidad y felicidad, ya que nos impulsa a estar motivados. En mi caso, como adulto, he notado que no solo me sirve para el aprendizaje, también me ayuda para el análisis y la toma de decisiones. Esto cobra total sentido cuando vemos a los bebés, para ellos el proceso de descubrir lo que les rodea es todo un proceso lúdico. Nacemos jugando, lo hacemos con nuestras manos y pies, desde lo más simple, conectando, aprendiendo y creciendo.

Por lo tanto, la escuela debería ser un espacio dispuesto para aprender jugando. Si nos vamos al origen etimológico de la palabra escuela, veremos que proviene del término griego skholè, que significa “ocio, tiempo libre”. Fácilmente se puede traducir en tranquilidad y felicidad al momento del aprendizaje. Esto nos permite pensar que de alguna manera ellos estaban en lo correcto: lo mejor es aprender jugando.

En un juego nadie te obliga, ya que se parte de un estado de motivación que activas voluntariamente. Cuando jugamos se crean competencias o retos que activan todos los sentidos y emociones, predisponiendo al cerebro a trabajar en pro de la absorción del conocimiento y, como todo juego cuenta con pasos o reglas que establecen un orden lógico, esto permite enfocar la atención en lo que se hace.

Cuando jugamos, siento que lo más importante es que aprendemos a reconocer varios sentimientos que van desde la felicidad por ganar el juego, hasta la tristeza o molestia por perder o no alcanzar el objetivo. Este tipo de sentimientos fija en la memoria el juego en sí mismo. Veámoslo de esta manera: si tratan de recordar alguna reunión en donde haya estado involucrado un juego en el que participaron, lo más probable es que lo primero que llegue a sus mentes sea el juego en cuestión.

Algo importante que debemos tener en cuenta es que no se trata de jugar cualquier juego. Yo lo veo desde otro punto de vista. Lo veo como estrategia positiva de caballo de Troya: en donde el juego es el caballo y la materia a aprender está dentro de él encubierta de alguna forma. De manera fácil, esto se puede lograr con dinámicas, tableros o videojuegos temáticos basados en la materia impartida. Por ejemplo, imaginen un juego referido a mostrar la problemática de descongelamiento de los glaciares del planeta y un equipo de niños compitiendo por rescatarlos con dinámicas y misiones orientadas para tal fin, con todas la misma tecnología y diseño, que plantean la mayoría de los videojuegos comerciales actualmente, pero sin la maldad que hay, lamentablemente inmerso en la mayoría de ellos, ya que estos últimos solo estimulan el odio al prójimo haciendo uso de armas y competencias con el uso de estas. Que lo que hacen es fijar en el niño marcas que podrían definir su actuar en el futuro, que en muchos casos terminan modelando en el niño el irrespeto, el bullying y peor aún efectos superiores en donde los resultados son fatales.

Al hacerlo de esta manera, del juego en positivo, el cerebro se ajusta al juego: planifica y define estrategias orientadas a alcanzar los objetivos. Abriendo así espacio al pensamiento crítico necesario para resolver las situaciones que en este se presenten. Dicho en otras palabras: abre el cerebro y lo predispone para el ingreso del conocimiento, a razonar el mismo y a tomar decisiones.

Por todo lo anterior, jugar es el mejor camino para aprender en la Escuela.

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