Ser Mamá de un Mutante

Irinia Medina, Astrólogo, Coach de Vida.

@iriniamedinalifecoach

Ser mamá es un acto de amor, es una elección que te atrapa en un laberinto que atenta en contra de los parámetros básicos de la libertad, te convierte en dueña de nada, inviertes todo tu esfuerzo, soñando despierta, sobre lo que probablemente no va a pasar en el futuro de tu hijo, acéptalo, no está en su plan de vuelo.

Ser mamá en tiempos en que la humanidad está dando un giro hacia el futuro es de un gran desafío, porque del cielo se vino una generación X-Men, no son niños corrientes son mutantes, son hermosos, empoderados, graciosos, pero a su aire, todo lo que sueñas sobre su crianza, su educación, sus talentos, será derrumbado en un solo instante.

Son una avanzada de semillas estelares, vienen despiertos, saben antes de ir a la escuela que la educación convencional no da para más, saben que la felicidad es su destino, saben de inclusión, que el mundo necesita remozar sus valores y principios, si no eres coherente con ellos, no tardaran en reprochártelo con los ojos brillosos y lágrimas a punto de brotar. Son niños que sienten la energía con tal naturalidad, distinguen la verdad de la hipocresía, nadie puede hacerlos cambiar de opinión, si la maestra tiene mala vibra, no la querrá y punto. Nunca obligues a un mutante a mentir porque no lo hará ni siquiera por ti.

Ser mamá es un título que nos regalan nuestros hijos el día que nacen, ¡ay mamá!  Nadie sabe lo que te espera. Los niños de ahora traen su teléfono inteligente conectado a su bitácora de vuelo, con secretaria virtual y GPS, con una promesa madrecita, que vas pasar horas intensas sin entender nada.

Tienes que ser valiente porque querrás rendirte, sonreirás cuando estés cansada y jugarás cuando quieras hundirte en tu almohada, aprenderás sobre asuntos impensables, irás a la escuela por primera vez varias veces, tú corazón se romperá si su primer amor no es correspondido, creerás morir cuando no encuentre su rumbo y de pasos erráticos, alcanzaras el cielo cuando lo veas triunfar. ¡Ay Madrecita! del alma querida en mi pecho yo llevo una flor,  no te importe el color que ella tenga, porque al fin tú eres madre una flor.

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