El arte en escena
Si el proceder más apto para acrecentarse, es emigrar pausadamente hacia nuestro interior; entonces los grandes maestros pueden rebatir el pensamiento “la democracia es la prisión de la libertad” movilizándose en sus creaciones proyectadas en el alma. La magnificencia de una obra de arte viene referenciada cuando nuestro silencio es su palabra y está conjuga los tiempos en la metáfora de la vida “somos aquello que anhelamos”. La producción artística socava los muros de la duda avalándose en la estética del pensamiento; e ahí que, todo lo que nos falta, es lo que poseemos.
En las composiciones del francés Robert Delaunay se entrelazan sutilmente las formas y su abanico de matices tomando abrigo por medio de universos geométricos al dispensar carácter a la coherencia de la obra por intermediación de una amalgama de geometría no conmutativa, circular y combinatoria. Son profusos los lienzos en los que los acoplamientos funcionan a modo de mecanismos en el tiempo; por esto, nada tan cercano como la distancia misma.
El argentino Antonio Berni reivindica el desconsuelo social al encarnar su análisis la intranquilidad de la vivencia diaria; en ese instante la pregunta nace cuando el cómplice de la búsqueda es su propia antología. En su arcada de color, la escala reviste facciones y semblantes otorgando personalidad a la obra. Los grabados erigen un engranaje en donde lo sensitivo es el contrafuerte de la denuncia comunitaria. Este prolífico creador fue un activista emocional que concedió equilibrio a sus múltiples trabajos (incluidos los murales) disponiendo su talento como un mensaje de acción; vislumbró que el reflejo del análisis se reclina en la fecundación del criterio.
Luis Feito (España) habilitó magistralmente los rasgos de su espíritu irradiando confluencias en base a la materia; sus composiciones custodian la consonancia al aprobar que la espátula inhale aire en torno a unos fondos que facultan la respiración, eludiendo el ahogo de su ejemplar pericia. Si el instante en el arte, es su exteriorización, intuimos que sus texturas están habilitadas con tanta maestría que obtiene una asociación de superposiciones de abstracción cuyo desenlace realza la compactación y una coherencia lógica. Se sirvió de su acoplamiento cromático para fundar una luminosidad que hizo parte de las telas y en las cuales la identificación está resguardada ya que la similitud en la vida, es su expresión.

El lirismo abstracto de Willem de Kooning (Países Bajos-Estados Unidos) desprende una fuerza que cautiva al espectador respaldándose en una dimensión densamente habitada por gestualidades del subconsciente. Las emociones adquieren forma al compaginarse entre cosmos insinuantes y una geometría dinámica y desalineada. Se dejó encontrar, para hallarse a si mismo; en virtud de sus tonos, accede a una congruencia en el lienzo dotándole de elementos e indicios al invocar los contrastes y las interconexiones. Su grandeza le condujo a revelar que la disposición de la realidad descansa en su tiempo.
El procedimiento que dona Felipe González Corredor a la arcilla trenza una conjunción entre la voz que se aloja en su interior y una indicación explícita en donde la evidencia de la vida misma le hace singular. Su compendio de estructuras, nos adentran en una dimensión de progresiones en la cual los nodos se concatenan visualmente con la configuración de la pieza. Sus manifestaciones escultóricas recrean el expresionismo del sentimiento exaltando la esencia propia y ajena al implicar las intensidades emocionales. La conjugación de la búsqueda es el verbo; por ello, con su ingenio sensibiliza el lenguaje. Es sin duda una espléndida propuesta colombiana.
El patrimonio de tu evocación histórica, es el crecimiento de la respuesta; por ende, Casa de Subastas Lefebre.
Escrito realizado por Manuel Ignacio Serrano Restrepo “halcón”. Colombia es para ti.