Maestros latinoamericanos
Manuel Ignacio Serrano Restrepo “Halcón” Colombia es para ti.
Nada tan utópico como la experiencia misma, está es una extensa piscina en la que la creación carece de límites o falsas estanterías. Los artistas consagrados, saben que los parámetros de la libertad recalan en aguas abiertas para que sus cordeles no se ahoguen en el concepto. La conciencia del inconsciente es el reflejo instintivo por medio del cual un gran maestro se posiciona en virtud de saber que él es la decisión de la oportunidad.
Cuando se contempla una obra excepcional, se requiere permear vastas verdades para que la seducción ignore los falsos egos.
En la misión de Omar Rayo queda patente que cuanto más caminamos, menos nos sorprendemos, ya que la sobreposición de planos nos adentra en un laberinto complejo y asequible en el que la sobriedad de las líneas nos conducen a buscar lo que tenemos para así hallar lo que nos falta. La solemnidad en sus creaciones está delimitada por una paleta cromática en cuyo núcleo binario se entreveran el fondo y la forma. Basa su genialidad en sortear su réplica.

Francisco Narváez amurallo el equilibrio utilizando el espacio con volúmenes fondeados en verticalidades u horizontalidades en donde la masa subyuga al temor por medio del límite. Sus construcciones unas veces nos razonan el simbolismo y la metáfora mientras otras están apostadas en el umbral de una analogía geométrica que invoca dimensiones calibradas entre líneas elípticas que sortean el cuestionamiento fortaleciéndose el verbo y su respuesta. Este artista supo que su verdadera identidad recalaba en el hecho de establecer en la duda del tiempo su infinito.
Amelia Peláez inculcó en los lienzos un carácter inherente a una idealización íntima, que evoca un cubismo lindante a una sugerente sucesión de eslabones en donde los trazos exteriores subrayan los perfiles otorgándose entonces las formas. Ella intuyo que para comprender el conocimiento, se requiere no entenderlo; es en ese instante cuando las composiciones se entretejen en sectores ópticos fundados con anterioridad en la ascendencia del color. Sus reflejos fueron los deseos del alma.
Si en el anhelo; la inspiración es su contrapunto, entonces podemos colegir que Fernando de Szyszlo tenso la cuerda magistralmente hilando con sapiencia la vivencia intrínseca y su refracción otorgándole a las telas estabilizaciones que gravitan en anclajes donde el cuadro acoraza la estructura en alternancia con desahogos semicirculares y constituciones a manera de baluartes erigidos como rompecabezas en el que el raciocinio percibe que una verdad libre será siempre cuestionada. Su epístola de tonos nos adentra en una pasión en la que el destino de la felicidad es su placidez interior.
Nada hay escrito en el libro de la vida; he ahí su historia, por tanto inferimos que Gianfranco Guerrieri conjuga el arte por medio de un engarce intuitivo en el que accede a la imagen empleando sus insignias obteniendo un crecimiento en donde la contraposición puede ser un camino a la verdad. Hay que tenerle presente ya que sabe que en el ingenio se conjugan las voces restantes.
El tiempo es la medida de nuestras aspiraciones; por esto, Casa de Subastas Lefebre.