Lecturas múltiples a través de los recorridos urbanos del Museo Nacional de Arquitectura Juan Pedro Posani
Recorrer, conocer y preservar es el lema que acuña el Museo Nacional de Arquitectura Juan Pedro Posani en el programa diseñado para que el equipo de esta institución museística salga a la calle con el público y vaya donde está ubicado el monumento o patrimonio urbano y arquitectónico. Es decir, la acción museable está fuera de las fronteras del museo.
Estos periplos permiten sensibilizarnos a través de varias lecturas, la primera de ellas, la más inmediata es la del conocimiento. Una sabía frase reza: no se quiere lo que no se conoce.
Y casualmente eso es lo que hacemos de la mano del Musarq, tenemos la oportunidad de informarnos sobre datos, fechas, autores y procedencia de las esculturas, monumentos y edificaciones, las cuales pasamos casi desapercibidas o como parte del paisaje cuando caminamos o vamos en el auto o en el bus.
El segundo discurso que captamos en estos recorridos nos lleva a tomar conciencia de la franca necesidad que tenemos de cultivar desde la infancia los hábitos de educación ciudadana que nos permitan tener una conducta acorde para preservar, conservar y mantener nuestro invalorable patrimonio.
Esculturas rotas o calles sucias alertan y llaman la atención sobre la vital importancia de planificar y elaborar campañas que fomenten desde el mismo seno de cada hogar y desde las aulas que no se deben dañar las estructuras públicas ni botar la basura y desperdicios en las calles, porque para eso existen las papeleras y contenedores.
En este punto de cuidar y proteger nuestro patrimonio estos paseos nos inducen a analizar sobre el verdadero significado del precepto que evoca la transformación en la vida, el cual no es otro sino el cambio de mentalidad. Siendo indiscutible que la manera de pensar marca la pauta del desarrollo o el subdesarrollo de un pueblo y sus habitantes.
Una escultura de un prócer descuidada, su alrededor con basura y hasta con un mendigo acostado en el pedestal; una estatua con sus partes mutiladas; calles salpicadas de bolsas, papeles y latas malolientes o unos niños bañándose en una fuente ornamental pública no son el ideal ni lo propicio para impulsar el turismo interno y mucho menos el externo, son situaciones deplorables que ponen en tela de juicio la evolución del país.
El tercer discurso al que nos conducen estas visitas guiadas de la ciudad donde conocemos sus estructuras y rincones nos permite hurgar en la historia, adentrarnos en las raíces de episodios pasados que mueven fibras e invitan a la reflexión e inclusive al profundo análisis, debate y cuestionamiento.
Es el caso del más reciente paseo del Museo Nacional de Arquitectura Juan Pedro Posani, correspondiente al 4to ciclo de este programa bandera, que se realizó en el Nuevo Circo de Caracas y la parroquia San Agustín del Norte. Siendo que en el Nuevo Circo se evidenció cómo un lugar hecho para la industria de la barbarie, para que muchos pudieran lucrarse en torno al sufrimiento de un animal se transformó hace unos años en un centro para la actividad artística.
Fue así como los mal llamados trajes de luces (la oscuridad nunca da luz); la cría de toros para la masacre y de caballos para los torturadores; las tascas con los cráneos de vacunos taxidermizados; las entradas con distintos costos para que todos los niveles sociales pudieran presenciar el espectáculo macabro; las banderillas y también las filosas espadas que daban la estocada final al animal fueron sustituidos por los ensayos de teatro, la danza, la literatura, el performance, la música y el colorido circo.
Pisar el Nuevo Circo de Caracas fue una experiencia que, en lo particular, me llevó al texto poético titulado «Sobre salvajes» del emblemático Gustavo Pereira, Premio Nacional de Literatura (2001); así mismo a la eterna diatriba entre lo que se ha mal llamado civilización y barbarie.
Son muchos los vestigios de la humanidad que nos hacen pensar en el salvajismo galopante de algunos seres «civilizados» (entre comillas) que han disfrutado con la tortura humana o animal bajo un argumento aberrado que han defendido a ultranza. Un cruento devenir en los siglos que aún lamentablemente vive.
Roma y su Coliseo; los sacrificios aztecas y mayas en sus templos arrancando el corazón o decapitando, entre otras barbaridades, que justificaban las inmolaciones humanas; algunas mencionadas tradiciones de ciertas personas de poner a pelear perros o gallos y la despiadada tauromaquia, donde el animal es sometido a una cruel tortura para que salga a la arena en desventaja y luego es humillado hasta su muerte mientras un público delirante celebra este acto con sonrisas, aplausos y gritos de olé.
Lamentablemente en el tiempo se han unido grandes talentos a estas falsas creencias, sean de la índole que sean bien religiosas o mal llamadas culturales que han logrado dosificar los sentimientos y la sensibilidad de otros seres vivos, llámese gladiadores, vírgenes del templo o toros.
En lo que refiere al talento, no se puede negar la belleza estética de una imponente estructura arquitectónica como el Nuevo Circo de Caracas, diseñada por el ingeniero Luis Múñoz Tebar, quien murió con la peste española en 1918, y que fue concluida por el arquitecto Alejandro Chataing.
Su fachada monumental de dos plantas, flanqueada por dos torres rematadas en cúpulas, la luz de sus vitrales y absolutamente todos sus componentes causan impacto.
Irónicamente, los muros del Nuevo Circo están salpicados de un símbolo de protección y mucha espiritualidad, como lo son las estrellas tartésicas o de ocho puntas, resultado de la superposición de dos cuadrados concéntricos, uno de ello girado 45 grados. Y es una perfecta ironía porque no puede existir espiritualidad en un lugar de tortura. El otro aspecto la protección, en dado caso sería para que el final del torero no fuese fatal como por ejemplo sí ocurrió con Isaac Olivo «Meri», quien hizo la primera corrida, logró su salvaje primera oreja, pero fue también el primero en salir mortalmente herido del ruedo.
Podemos señalar que en este espacio no todo fue un espectáculo bochornoso y sangriento también se realizaron en paralelo a la tauromaquia otras actividades como óperas como Aída de Giuseppe Verdi, Carmen de Georges Bizet o la proyección de la película muda El Conde de Montecristo dirigida por Emmett J. Flynn (1922), entre otros.
La arquitecto María Teresa Novoa explicó que en la época en la que se construyó el Nuevo Circo predominaba una arquitectura ornamental, la cual también está presente en la mayoría de las casas de San Agustín del Norte y algunas del Sur. Novoa, igualmente señaló elementos de esta arquitectura la cual corresponde al estilo neo-morisco como lo son los altos relieves trazados en yesería con inspiración árabe bajo un tema vegetal, con el efecto espejo («miroir» ) en la composición; los vanos de las ventanas en forma de herradura; las columnas de las ventanas que recuerdan el estilo greco-romano; los coloridos vitrales; el diseño del mosaico de los pisos de la entrada y el salón inspirados en las suntuosas alfombras orientales y los portales denominados de luz y sombra de la fachada ideados para la entrada de la luz natural y que se utilizaron como sistema para evaluar el costo de la taquilla según la iluminación, entre otros.
Cabe destacar que el efecto espejo («miroir») en arquitectura y diseño constituye un elemento básico de los componentes de control, donde público puede observar con total impunidad sin que el resto de los transeúntes reparen donde está clavando su mirada.
La generadora de contenido Mara Marrero y el arquitecto Martín Padrón fueron los encargados de ofrecer la visita al Nuevo Circo y a la parroquia San Agustín del Norte. Así mismo, estuvieron acompañados de la arquitecto Novoa y los invitados especiales Agapito Hernández, historiador local, Félix Giraldi, fotógrafo y parroquiano y Niki García, representante de la comunidad circense que hace vida en el.Nvo Circo, los cuales aportaron valiosas informaciones de la zona.
Remontándonos en la historia El coloso de Nerón fue una inmensa escultura de 31 mts en bronce que estaba erigida al lado del Coliseo romano, para rendir tributo a este salvaje y brutal emperador y fue un monumento destruido o durante el saqueo de Roma de 410 o con los terremotos del Siglo V; mientras hoy en día en el Nuevo Circo aún perdura la estatua del torero Girón, le falta una mano, ambas esculturas ejemplos (la que ya no existe y ésta) para recordarnos cómo un hombre puede cubrirse de la gloria más lúgubre y oscura.
Texto: Teresa Quilez