La luz que nos regalan las velas
Elizabetta Rosad
Encender velas evoca la creación de la luz. La luz representa la vida y el amor. La vida se trata de un viaje para conocernos y amarnos. Cada vez que encendemos una vela le damos luz a nuestra vida, y evocamos el amor de la creación que nos conecta con nuestra propia energía.
El ritual de las velas se encuentra presente en muchas celebraciones, y por excelencia en la Navidad, palabra que viene del latín “Navitas” y significa nacimiento. Tanto la vela como la navidad representan el nacimiento de una nueva oportunidad, de la luz del cambio y de la celebración de la vida. Por esta razón, encender velas en navidad nos invita a crear la luz de las nuevas oportunidades, la abundancia de la vida y la energía de la fe.
La importancia real de la vela, y lo que considero le ha permitido su gran versatilidad con el paso de los años, es que los 4 elementos de la naturaleza confluyen perfectamente en ella. La vela es una representación del flujo de la energía, y como cada elemento alimenta la existencia y la función del otro, mostrándonos que individualmente somos especiales, pero en conjunto somos una maravilla.
Cada elemento tiene una función, y al cumplir con ella le da vida a otro elemento, así exactamente es la existencia humana. El aire representa la sencillez de la existencia, y permite encender la vela a través de la chispa. La interacción entre la chispa y la materia crea el fuego, quien le da vida a la vela y tiene como función transformar todo lo que el aire trajo, el fuego representa la trasmutación. A través de la luz que crea el fuego, aparece el elemento agua que se ve reflejado en la cera que va fluyendo desde la punta de la llama hacia el fondo de la vela, mostrándonos como todo lo que transformamos desde nuestra mente va fluyendo por nuestro cuerpo hasta verse materializado; el agua representa el fluir de las emociones. Y gracias a esta fluidez se crea el elemento tierra, representado por la cera que al fluir toma una nueva forma, y sostiene a la llama para que la luz no se apague, la tierra materializa la transformación que puede experimentar el SER.
Para crear una intención emocional podemos usar los colores, y elegir la vela según lo que deseemos evocar. El blanco representa la luz de la vida, atraemos la abundancia de ver los “SI”. El rojo representa la fuerza que tenemos dentro para impulsarnos ante cualquier experiencia. El verde representa la sanación del cuerpo físico a través de nuestra naturaleza emocional. El amarillo representa la energía de lo que somos que se refleja en la forma de construir oportunidades. El azul representa la sabiduría ancestral que nos impulsa a hacerlo diferente. El rosado representa el amor más dulce convertido en existencia. El naranja representa la creatividad que nos permite materializar sueños. El morado representa la trasmutación de lo que nos limita hacia la luz de las posibilidades.
La vela fue creada para iluminar los espacios, su función principal en la antigüedad era iluminar la oscuridad de la noche hasta que regresara la luz del día. Hoy, aunque existe la electricidad, la vela sigue iluminando, ya no los espacios, pero sí la vida.
Cada vez que enciendas una vela, recuerda que estás creando luz, no solo para ti sino para la humanidad. Estás construyendo una nueva oportunidad para convertir eso que crees inamovible, en algo diferente, aceptando que para lograrlo debes trasformar tu forma de pensar, fluir con tus emociones y materializar tu verdadero deseo.
No necesitamos de una fecha especial para crear-nos luz, tenemos el poder de hacerlo cada vez que lo elijamos. Por eso, al encender una vela enfócate en el HOY, ponle la intención que deseas, siente la emoción en tu cuerpo, y permítete construir tu nueva oportunidad. El universo y la naturaleza están a tu disposición.