José Francisco Malavé: “Es dar visibilidad a historias que nos devuelvan un poquito de esperanza en lo humano”
Eduardo Chapellín
F/Cortesía CiscoFilms
“Al final, siempre se trata de lo mismo: dar visibilidad a historias que nos devuelvan un poquito de esperanza en lo humano”, acota José Francisco Malavé, quien estrenó su documental Voces de Rett para la productora CiscoFilms.
El documental cuenta la historia de Isabella, una niña diagnosticada con síndrome de Rett, una enfermedad rara e incurable que afecta el desarrollo neurológico. Sin embargo, lejos de mostrar únicamente las dificultades, la película revela la resiliencia, el amor y la esperanza que rodean su vida y la de su familia.
El impacto del documental ha sido inmediato, ya suma premios internacionales: “Más allá de los premios, Voces de Rett busca abrir una conversación necesaria sobre la importancia de la investigación, el apoyo a las familias y la sensibilización hacia enfermedades poco visibles. Con cada proyección, el documental reafirma que el cine puede ser una herramienta de transformación y conciencia”.
Previamente tiene otros dos largos: Un propósito mayor y El peso del bulling. Cuando se le inquirió sobre porque siempre escoge temas que toquen problemas actuales, señaló vía correo electrónico: “¿Por qué elegí estos tres temas? La verdad, más que elegirlos yo, fueron ellos los que me encontraron. Siempre le digo al team (equipo) que uno sabe cuándo una historia va a conectar con la gente, y cuando estás en sintonía, simplemente fluye”.

Con respecto a Voces de Rett, considera que “es la voz del alma de Isabella hablando a través de su mamá. Desde la primera vez que escuché su caso y en esa primera entrevista con ella, supe que tenía que contar esta historia”.
En cuanto a Un propósito mayor, precisa: “Muchos piensan que migrar es solo mudarse de un lugar a otro. Pero no. Son pedazos de tierra que caminan, raíces arrancadas que llevan consigo paisajes, recuerdos y luchas. Yo no grabé sus vidas, solo fui testigo, un observador que intentó capturar el eco de sus pasos y el brillo de sus esperanzas”.
Y también no deja de meterse en temas siempre presentes como El peso del bullying, que “toca un tema al que hay que prestarle más atención. Conocer la historia de Anyela puede hacer eco en otros adolescentes, y creo que ese es justamente el propósito de este documental”.
LARGOS PRIMERO
Prefiere hacer largos que cortos en temas más humanos: “La palabra largometraje suena a travesía, ¿no? Pero hoy disfruto más bucear en lo íntimo, en la fuerza de las pequeñas historias. El cortometraje no es un paso previo a algo más grande, es un género en sí mismo, y me encanta. Claro, también tengo una promesa conmigo mismo: seguir creciendo, seguir contando capítulos nuevos”.
“Mi historia con el cine no empezó en un set, sino en un álbum familiar. Mi primera cámara era sencilla, nada glamorosa, pero tenía el poder de robarle momentos al tiempo. Empecé fotografiando a mis amigos, a mi familia, las luces de una fiesta. Luego la vida me empujó a profesionalizarme. Al emigrar, la cámara se volvió mi herramienta más poderosa: me abrió camino, me dio voz, y poco a poco me permitió desarrollar proyectos tan significativos como estos tres documentales”, señala sobre porqué escogió el mundo audiovisual, en vez de ser artista plástico o escritor”.
Y recalca: “Creo que el cine es la única ventana real hacia el tiempo. No solo muestra una historia, te deja vivirla: sentir el aire, escuchar el silencio, tocar el dolor y la alegría. Es el arte que reúne a todos los demás: la luz de la pintura, el ritmo de la música, el alma de la literatura. Y, sobre todo, es lo que me permite seguir siendo lo que siempre fui: un coleccionista de momentos. Solo que ahora esos momentos pueden quedarse vivos para siempre”.