Aura Marina Hernández, la reina de Dior en Venezuela
Aura Marina Hernández demuestra con su trayectoria de 30 años de haber trabajado en Dior y con la gran cantidad de piezas que posee de dicha firma francesa, que es la Reina de Dior en Venezuela.
Redactor: Atahualpa Penzo @atapenzo
Fotos Cortesía: Néstor José Hernández @nestor_click_ y archivo de Blue
A propósito de la exposición «Blue: La Vénézuélienne.»El Tiempo y La Moda: Entre Caracas y París»», conversamos con Aura Marina Hernández para que nos revelara algunos detalles del destacado trabajo que realizó en la Casa Dior, desde 1977 hasta el año 2007.
Ostenta tres décadas de labor ininterrumpida que la hacen figurar como la única venezolana en ostentar ese puesto como delegada e imagen de la Casa Dior y la única en poseer en nuestro país la mayor cantidad de piezas -más de 350- en su armario privado. Por todas estas razones, Aura Marina Hernández sin duda alguna es la reina de Dior en Venezuela, pues ninguna modelo, miss o diva, ni las mujeres más pudientes de Venezuela tienen tantas experiencias de la Casa Dior, ni tantas piezas de esta firma francesa.
Aura Marina contó que la oportunidad de trabajar en la Casa Dior se produjo a través de su gran amiga Maruja Beracasa, ya que ella estaba muy ligada a la Casa Dior. En una oportunidad, el director de Dior para las licencias internacionales, Geoffroy de Seine, vino a Caracas a reunirse con ella y le pidió que manejara este proyecto. Pero a Maruja le era imposible hacerlo por los distintos compromisos que tenía. Sin embargo, le sugirió a Aura Marina para que la entrevistaran.
¿Cómo fue ese proceso?
Un día Maruja me dijo: “tienes una entrevista con un señor de París, dile sí a todo lo que te pregunte”. Y mi entrevista fue en las oficinas del perfume de Christian Dior en Venezuela, del señor Jimmy Thermiotis. Me reuní con el señor Geoffroy Seine, quien me explicó lo que andaban buscando, lo que necesitaban y al final me dijo, “me voy a París, voy a confirmar con mi presidente y mi gente y si ellos están de acuerdo en que sea usted, pues le enviaré un telegrama confirmándole su viaje”.
Al final me dijo, “pero si la llamamos esos lentes de Balenciaga, ese cinturón de Gucci y esa cartera de Saint Laurent no las podrá utilizar, porque usted va a ser la imagen de Dior en su país y estas cosas no se podrán utilizar porque son de otras marcas”.
Me causó mucha impresión porque entendía lo de los lentes, entendía lo del cinturón porque tenía las iniciales, más no entendí lo de la cartera de Saint Laurent, porque no tenía por ninguna parte las siglas de Saint Laurent. Hoy en día lo entiendo, porque cuando trabajas en la moda te empapas de todo lo que son las marcas y sabes distinguir a las marcas con sus diseños.
A la semana me mandaron un telegrama y me pusieron mi reservación de avión, hotel y todo para que me presentara en París. Llegué a esas reuniones y toda esa unión duró 30 años.
¿Cuál era tu cargo oficial y para qué países además de Venezuela trabajabas?
Mi cargo oficial era Delgada para Venezuela, Colombia, Panamá y el Caribe, que incluía Aruba, Curazao, Santo Domingo, Haití y Cuba.
Era embajadora de Dior en Venezuela y me encargaba de todo, de desarrollar licencias, de supervisar las licencias que ya existían, hacer las relaciones públicas, hacer eventos, visitar clientes importantes, invitar a las clientes importantes a los desfiles, el contacto con los medios de comunicación, distribuir toda la información de todo lo que pasaba en París.
Viajaba dos veces al año a cada país antes mencionado para hacer el mismo trabajo que hacía en Venezuela, supervisar las tiendas, reunirme con los fabricantes, con los distribuidores y que todo marchara perfecto y la marca Dior estuviera bien colocada en las tiendas donde se distribuía.
¿Eres la única venezolana qué ha tenido ese puesto en la Casa Dior? Y ¿eres la única en haber durado 30 años interrumpidos trabajando?
Efectivamente, fui la única venezolana que hizo ese trabajo y creo que he sido la única que pasó 30 años trabajando en esta casa. Dior abrió su boutique en Venezuela en los años ‘50 y la señora Margot Boulton de Bottome fue la encargada de la tienda y de las relaciones públicas. Sin embargo, ese establecimiento no duró mucho tiempo, tres años o cuatro años.
Mi cargo existió en esa época y existía en otros países de América Latina y de Europa, había delegadas de Argentina, Brasil, México, Estados Unidos, Alemania, España, Hong Kong, Tokio, Singapur.
Éramos un grupo de muchachas, mujeres increíbles que trabajábamos en varios países del mundo y también había un señor que trabajaba en Inglaterra. Nos reuníamos cuatro veces al año durante los desfiles, para ver todos los proyectos nuevos y todo lo que había que hacer para cada temporada.
¿Aproximadamente cuántas piezas albergas, si eran aproximadamente 6 piezas por cada colección por 30 años?
Nosotros teníamos un contrato muy importante y teníamos que estar vestidas de Dior para todos los eventos especiales, cocteles, representaciones donde había algo de la marca y ese contrato, por ejemplo, tenía seis vestidos de cada colección de prêt-à-porte. Si en alguna oportunidad me puse algo de alta costura fue un préstamo, para lucirlo en un evento puntual aquí en Caracas, como cuando fue el concierto de Mstislav Rostropóvich en el Teresa Carreño, para el que me puse una chaqueta de alta costura de Dior, y en París una chaqueta también de alta costura de Dior para una presentación de la cantante de ópera Bárbara Hendricks.
Tengo muchos vestidos, otros ya no están, pero los que tengo los he conservado a través de los años pensando que este legado se lo dejaría a mi hija, a mi nieta. Y así ha sido a través de todos estos años. Guardo ese tesoro increíble de vestidos de Marc Bohan, de Ferré y de John Galliano.
¿Cómo haces para conservarlas en perfecto estado, cuál es el secreto?
Estas piezas las tengo guindadas, las saco todos los años, las mando a la tintorería -si hay que mandarlas a la tintorería-, las abro, las ventilo, las pongo en bolsas plásticas. Esto lo he hecho a través de muchísimo tiempo. Hay algunas que, claro, el tiempo es inclemente y tienen sus manchas, pero hay otras que se han conservado perfectamente.
¿Hasta qué fecha trabajaste con la Casa Dior y cómo sigue siendo esa conexión con ellos? ¿Sigues mantenimiento contacto con ellos?
Empecé en 1977 y en el 2007 se terminó mi contrato. Ya las licencias se habían terminado por varios motivos.
Cuando llegó Galliano a la Casa Dior, él quiso que su producto no fuera replicado en otros países, sino que se vendieran las piezas hechas en París. Y así se fueron terminando por ese motivo de las licencias; también por motivos económicos, cambio de moneda, prohibición de importación en Venezuela, fueron muchos factores los que influyeron.
Mi contacto sigue con ellos muy grande, porque yo continúo yendo a París, por mi trabajo para el Grupo Louis Vuitton, al que pertenece Dior.
Siempre llamo a las personas que trabajaron y que ya no están, llamo algunas que aún están en Dior y almorzamos, hablamos, y con mi último jefe siempre estoy en contacto con él. He mantenido ese contacto porque en realidad soy muy fiel a mis amistades y a los cariños que he tenido. Pienso que ha sido una gran experiencia, y seguir visitando la casa y seguir viéndolos para mí es una gran alegría.
¿Sientes qué es difícil que otra venezolana entre a trabajar en la Casa Dior y dure tanto tiempo como tú?
Los tiempos han cambiado muchísimo. No puedo pensar que una venezolana no pueda trabajar en Dior. Todo se puede dar. Trabajar en las casas de lujo hoy en día, Venezuela como país, no es lo más factible, porque hay una serie de requerimientos y el país no está dado para traer estas marcas aquí. Pero yo me imagino que puede haber un caso y puede pasar. No soy nadie para decir que eso no pase. Fue una época totalmente distinta. Fue una época de gran apertura. Siempre la mujer venezolana fue muy importante para ellos y lo sigue siendo todavía, porque hay muchas clientas que van a Dior y son conocidas. En mi época hubo muchos vestidos de alta costura que se hicieron para venezolanas aquí, para matrimonios, para fiestas, en fin.
Ahora no sé si habrá esa posibilidad. Como te digo, porque los tiempos han cambiado muchísimo y la dinámica del trabajo es totalmente distinta. No es Venezuela el país que esté en la mira de estas casas.
¿A tu juicio cuáles son los méritos qué te han permitido ser la reina de Dior en Venezuela?
En realidad, no considero que fui la reina de Dior en Caracas, muy lejos está ese título para mi persona. Yo simplemente fui una joven que no tenía nada que ver con la moda, que aprendí muchísimo, me enseñaron muchísimo y logré desarrollar a lo mejor unas habilidades que no las conocía, que las tenía, como las relaciones públicas. El haber trabajado, haber conseguido las licencias, haber supervisado, haber hecho relaciones públicas, haber hecho conciertos, exposiciones de arte. También estaba en contacto con personas muy importantes que me apoyaron en todas estas ideas que se ejecutaron.
Mi trabajo lo hice, creo, que lo mejor posible. Fui una persona que representó la casa con mucho orgullo y creo que ellos quedaron muy contentos con mi trabajo a través de todos estos 30 años.
Conociendo en íntimo a Aura Marina Hernández Acosta
Lo que muy pocos saben de Aura Marina lo reveló especialmente para descubrir la elegancia y sencillez de una mujer venezolana y francesa, pues Blue tiene esas dos nacionalidades. La venezolana por sus padres: Aura Acosta Carbonell, oriunda de Puerto Cabello, y del Doctor y Capitán de Aviación Guillermo Hernández Jacobsen, oriundo de Maracaibo. Además, explicó porque la llaman Blue.
¿Dónde aprendiste hablar francés?
Aprendí francés en Londres. Mi papá murió cuando tenía 9 años y cuando terminé mi primaria mi mamá me mandó a estudiar en Londres: en Virgo Fidelis Convento, un internado de monjas francesas donde además del inglés se estudiaba francés.
Regresé a Venezuela y estudié Humanidades, en el que el francés estaba incluido como una de las materias. Cuando me mudé a Caracas, debido a un accidente de mi hermano que estuvo un mes y medio en coma, empecé a trabajar en Viasa, donde conocí a mi ahora ex marido Alexandre Edrei, quien era francés nacido en Alejandría, Egipto. Practiqué con él y al casarme obtuve la nacionalidad francesa automáticamente y por eso soy francesa, como mi hija y mi nieta.
¿De dónde sientes que proviene tu elegancia, estilo y sencillez? ¿Desde pequeña ya te gustaba la elegancia y la moda?
Mi mamá era una mujer elegante y siempre desde chiquita me combinaba bien las cosas. Viajé después de la muerte de mi papá a New York y Washington y allí yo misma hice mis compras. Me fui con lo que llevaba puesto y mi mamá me dio creo que eran 100 dólares, para comprarme todo lo que yo quisiera. Me compré hasta mi maleta, mi ropita y todo.
Creo que desde chiquita siempre tuve algo que ver con la moda. Luego viaje a Londres y así creo que me hice un estilo, el cual mejoré en mi trabajo en Dior.
Aunque viví en Maracay hasta que me vine para Caracas, siempre fui una persona sencilla, no me vestía de Dior. Pero qué curioso que cuando fui a París a conocer a mi suegra antes de casarme, lo primero que me compré en París fueron unos zapatos de Christian Dior. ¡Imagínate qué casualidad, sin saber que yo iba a trabajar 30 años de mi vida en Christian Dior! Pero eso es el destino y las casualidades.
Mi suegra tenía una boutique en París, que era la boutique Léonard en la Rue Faubourg Saint-Honoré. Entonces, vi muchas cosas buenas y mucha moda. Y bueno, siempre me gustaron las cosas buenas, las cosas bonitas.
Háblanos un poco de tu mamá y tú papá
Mi mamá, Aura Acosta Carbonell de Hernández, desfiló en la época joven de ella en Maracay, en esas fiestas rumbosas de Pérez Jiménez, donde las mujeres iban elegantísimas.
Mi papá era médico, piloto de las Fuerzas Aéreas, Doctor y Capitán de Aviación Guillermo Hernández Jacobsen. Siendo médico, hizo una carrera militar desde el principio. El Hospital Militar de San Cristóbal lleva el nombre de mi papá y hay una promoción de las Fuerzas Aéreas que lleva el nombre de él también.
¿Por qué y desde cuándo te dicen Blue?
El uso de ese apelativo para identificarme inicia a finales de los años 70 o principio de los 80s.
Resulta que, en una ida a Morrocoy con unos amigos, uno de ellos -Eugenio Méndez- había llevado a un amigo suizo suyo que estaba de visita en Venezuela y que no hablaba mucho español. Él decía que mi nombre era muy largo y, ante la insistencia, Eugenio dijo “bueno, llámala Blue, Aura Azul”.
Y tiene sentido, porque si analizas mi nombre el significado se acerca a Agua Marina o Azul Marino. Por eso es me dicen Blue. No es porque me gustase el color azul, como muchos piensan.
París-Caracas
«Blue: La Vénézuélienne. «El Tiempo y La Moda: Entre Caracas y París»» podrá ser disfrutada en el Cubo Negro en Chuao, por los amantes de la moda y el público en general hasta el 1° de diciembre con entrada gratuita. La exposición es auspiciada por el Proyecto Liaison, en conmemoración del 50° aniversario de la Cámara de Comercio, Industria y Agricultura Venezolano-Francesa (CCIAVF).
Definitivamente un testimonio oportuno para transmitir a las nuevas generaciones: el poder de una mujer que con mucha pasión y compromiso consiguió distinguirse en la Casa Dior y que dirigiendo su propia agencia de relaciones públicas con la misma mística, se mantiene activa y continúa influyendo el mundo de la moda local con su experiencia y visión. La reina de Dior en Venezuela. Un título que llevará por siempre.